
Hace un tiempo no muy lejano pero que parecía de otra vida, las líneas solían dispararse como balas sobre aquella mesa transparente que sostenía los sueños delirantes de las tardes invernales de lluvia en primavera. Hoy, sentada en un rincón arrastrando sueños ilusos en la nariz, veo como el tiempo se vuelve amarillo y mis manos se derriten entre sus dedos fríos, ausentes de un mañana que flota en ideas vagas sobre una historia de aquel sofá que dejó un día cualquiera de otra vida bajo mis pies.
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