miércoles, 3 de noviembre de 2010

Donde el vecino

Intento buscar algo de inspiración, como suelo hacerlo cuando los tiempos son escasos. Busco en una silla, en un sillón, en una vieja escalera que une dos mundos y cuenta historias bajo las nubes de la melancolía, en la cursilería de un paisaje primaveral asfixiado de romanticismo exprés y nada… para variar.

Hace un tiempo no muy lejano pero que parecía de otra vida, las líneas solían dispararse como balas sobre aquella mesa transparente que sostenía los sueños delirantes de las tardes invernales de lluvia en primavera. Hoy, sentada en un rincón arrastrando sueños ilusos en la nariz, veo como el tiempo se vuelve amarillo y mis manos se derriten entre sus dedos fríos, ausentes de un mañana que flota en ideas vagas sobre una historia de aquel sofá que dejó un día cualquiera de otra vida bajo mis pies.